MARIO MOTA CERRILLO
Amor de estrella
I
No te pierdas en mis sombras,
ilumina a este hombre con tus sonrisas de verano,
como una catedral de oro y perlas,
rescata con caricias de durazno y miel a esta alma
que se pierde en deseos de tenerte,
que apaga los soles para verte,
por coincidir con tu vista como el vaivén de una en la playa desnuda
alimentando tu mirada de fuego purpura,
me consumo en deseos por estrechar esos labios, caminos de manzana
para estas toscas y agrietadas manos,
no te pierdas en esta corrompida alma,
no me salves y no me abandones.
II
Me pierdo en enredaderas de zarzas
que castigan mis recuerdos con tu imagen,
con tu bella imagen sonriendo,
flotando entre nubes de ciruelas,
entre cantos, amores y risas,
me muero en silencio y me torturo con tu pasión ajena,
poco a poco me privo del aliento,
de ese aire que exhalas lleno de vida lleno de miles de primaveras,
y me consumo en este vacío.
III
Puedo resquebrajar las montañas con este coraje
que corre en mis venas como lava incandescente,
me desbordo en celos e inundo todo a mi paso como un rio embravecido,
desgarro el cielo con mi voz y te llamo en penumbras
y parto los mares con estos locos deseos,
que no me dejan,
¡Dios mío!, no me dejan descansar,
sufro y te sufro sepultado en la cal y maldigo el no tenerte.
Vuelas como gaviota a otros cielos
y me hieres con lanzas envenenadas en desprecio y ¡ardo!.
IV
Mi alma se yergue en torres de hielo,
y congelo el ánimo y el júbilo,
ahí desde lo alto te observo cálida como una rosa,
irradiando el sol con tu sonrisa,
amando Dios mío, ¡Amando!, tan feliz sin mí.
V
Y me encolerizo y fracturo la tierra que te ancla a sus raíces,
y apago toda esa gentil luz con un zarpazo,
consumo todo alrededor,
lo atraigo a esta alma vacía y negra
sin fin,
sin principio,
nada escapa a esta terrible soledad,
consumo todo lo que amas e iluminas,
todas las sonrisas se apagan como estrellas heridas en el firmamento
y me pierdo en mi tristeza,
implacable y loco,
loco y solitario,
sin tenerte,
sin ser yo nunca más,
absorbido por mi corrompida alma de espinas y clavos,
donde nada escapa,
ni TU,
ni YO,
donde nada escapa.
VI
VI
Juntos en la nada sin un principio, sin ningún fin.
Sujetándote con este amor de estrella moribunda.
Y sonrió, ¡Dios mío! por fin Sonrió…